miércoles, abril 16 2025

Mi amigo el fiscalista

Cuando le preguntan a Ayuso por el favor del fiscalista donde ella misma vive, no da respuestas. Suelta chascarrillos porque eso de contestar a las preguntas y explicar qué recibe o no a cambio de semejante favor este buen samaritano fiscalista es como muy de pobres. Hacer favores cerca del poder hoy es tendencia y nadie se queja

Voy a tener que hablar con mi fiscalista. Seguramente usted también con el suyo. Seguro que se trata de un buen tipo o una buena tipa, muy profesional; pero ni de lejos nos proporciona el servicio que le ofrece su fiscalista a Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, Míster Contribuyente 2021, 2022, 2023 y 2024, peleando por retener un año más el título. Amigos, esto sí es fiscalismo de calidad; verdadera marca Madrid. Rechace imitaciones.

Javier Gómez Fidalgo, el fiscalista superplus de González Amador, se compra un ático de más de un millón de euros únicamente por hacerle un favor al bueno de Alberto. A continuación, se lo deja alquila o recompra -no está claro- en cómodos plazos de 5000 euros mensuales; sin prisas y sin que quede claro qué parte responde a alquiler y qué parte sería la recompra y cómo se procesa fiscalmente el singular negocio. 

Los pagos se hacen por medio de un contrato de alquiler que nadie ha visto a Babia Capital SL, una sociedad propiedad de uno o varios señores de León. Babia figura como propietaria del ático con el cual la feliz pareja amplia y asegura su bien ganado y merecido “Lebensraum” hasta duplicar su pisito y disponer de 400 metros cuadrados en el corazón de Madrid ¿Quién necesita papeles ni declaraciones fiscales cuando estamos entre caballeros y además amigos y paisanos?

Cuando le preguntan a la presidenta Díaz Ayuso por este favor del fiscalista donde ella misma vive, no da respuestas. Suelta chascarrillos porque eso de contestar a las preguntas y explicar qué recibe o no a cambio de semejante favor este buen samaritano fiscalista es como muy de pobres. Hacer favores cerca del poder hoy es tendencia y nadie se queja. Mira los amigos muchimillonarios de Donald Trump haciendo sus cosas en la Wall Street a la vista de todo el mundo y sin que nadie les moleste. Con un gran poder vienen muchos favores y uno no puede llevar la cuenta de todos, patanes.

Nadie sabe bien de dónde salió ese casi millón de euros que nuestro fiscalista ejemplar obtuvo de alguien sin nombre para hacerle este pequeño gran favor a González Amador, pagando el ático al contado. Al parecer, en los libros de la mítica sociedad Babia Capital aparece el préstamo, pero no su origen. Y su origen no puede ser en ningún caso, nuestro amable fiscalista, pues debería figurar en los libros al tratarse del administrador único de la sociedad.

955.000 euros aparecieron y ya está. ¿Cuál es el problema? Nuestro pasmo ante el típico favor que le haría su fiscalista a cualquiera únicamente prueba una cosa y una cosa nada más: somos unos paletos y unos gañanes que no sabemos nada del distinguido mundo de las altas finanzas y los complejos lazos de sangre entre fiscal bros. No es que haya algo sospechoso. Es que nos falta mundo a los demás.

Si esto lo hubiera hecho cualquier otro, casi parecería aquella clásica operación tantas veces vista por estos lares buscando aflorar unos millones de euros convertidos en propiedades limpias de polvo y paja. Pero seguro que no lo es. Podemos estar tranquilos. El historial de González Amador habla por sí solo y excluye de raíz siquiera la mera posibilidad de que sea otra cosa. Es el típico favor que te hace tu fiscalista porque le sale de dentro. No se amontonen. Circulen.