domingo, abril 20 2025

Los obispos ultras se revuelven desde dentro contra el acuerdo con el Gobierno sobre Cuelgamuros

Los prelados Sanz y Munilla cargan desde sus púlpitos contra el Gobierno y la ley de Memoria al sentirse atacados por los ‘suyos’ en las algaradas ultras frente a la Conferencia Episcopal: la sesión obispal reservada se trasladó a un edificio alternativo para impedir nuevos escraches

El Gobierno pacta con el Vaticano la resignificación de Cuelgamuros, incluida parte de la basílica

El cierre de filas en la Conferencia Episcopal ha durado poco. Apenas dos días después de la supuesta “unanimidad” en el apoyo de los obispos a la negociación Gobierno-Vaticano para la resignificación de Cuelgamuros, comienzan a surgir las primeras grietas internas. “Ha habido un refrendo total y unánime, sin ninguna voz discrepante, a la tarea hecha hasta ahora”, dijo el pasado viernes el portavoz de la CEE, César García Magán. Pero, al parecer, no todos los obispos quedaron conformes con las explicaciones que dio el jueves en sesión reservada el cardenal de Madrid, José Cobo. Sí se alcanzó entonces un consenso tácito para mostrar una postura uniforme de cara a los medios. Que se ha mantenido apenas un fin de semana.

El supuesto consenso saltó este lunes por los aires con las intervenciones de dos de los obispos más refractarios a cualquier acuerdo con el Gobierno y, también, dos de las figuras más opuestas al papa Francisco: el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz; y el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla. Ambos aprovecharon sus particulares púlpitos (el primero, una carta pastoral; el segundo, su programa ‘Sexto Continente’ en Radio María) para arremeter contra el Gobierno, la ley de memoria democrática y las “filtraciones interesadas” en “dividir a los católicos”. Grupos de ultras acosaron a los obispos llamándolos “traidores” y “profanadores”. Un escrache del que Munilla y Sanz se libraron: fueron de los pocos prelados en no ser insultados a las puertas de Añastro, sede de la Conferencia Episcopal.

De hecho, antes de comenzar la reunión del pasado lunes, varios obispos –pertenecientes a la corriente más conservadora del episcopado, y que no habían sido informados de las reuniones del ministro Bolaños con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin y, posteriormente, con el cardenal Cobo– llegaban a la sede de la CEE con la intención de “reventar la Plenaria”, tal y como refieren a elDiario.es algunos prelados presentes.

Estos obispos habían sido informados de las protestas convocadas por HazteOir y otros grupos vinculados a la sociedad secreta El Yunque: concentraciones el lunes y el jueves, recogida de firmas –HazteOir las presentó en una caja el viernes–, lectura de un manifiesto y contratación de una vetusta furgoneta acusando a los obispos de profanar Cuelgamuros y apoyar la supuesta demolición de la cruz del Valle.


Manifestantes a las puertas de la sede de la Conferencia Episcopal Española

“El tiro por la culata”

En la cabeza de los obispos díscolos estaba intervenir en la sesión reservada del jueves para pedir explicaciones a Cobo y reprocharle la falta de apoyo a los benedictinos. Sin embargo, los frailes habían sido informados del acuerdo de resignificación que, entre otras cuestiones, permitirá la permanencia de la comunidad y el culto en la basílica, y habían agradecido al cardenal de Madrid y al Vaticano su intervención. Hasta el polémico Juan Antonio Reig Pla, de ejercicios espirituales en Cuelgamuros, había optado por el silencio.

“Pero el tiro les salió por la culata”, resume otro prelado a elDiario.es. En primer lugar, porque muchos de los obispos tuvieron que sufrir los insultos por parte de los grupúsculos ultra, especialmente a su salida, el lunes por la tarde. Ataviados con banderas franquistas, los manifestantes insultaron a todos los obispos que se atrevieron a salir por la puerta al término de la primera jornada. “Nos están pegando los nuestros”, se quejó amargamente uno de los prelados más conservadores.

Curiosamente, la estrategia de los grupos ultras consiguió lo contrario de lo que pretendía, y muchos de los presentes, molestos con las protestas, optaron por la “comunión de los perseguidos”, relata un miembro de la Plenaria. “Nos estaban atacando a todos”. Un vídeo de un manifestante golpeando la puerta del cardenal Cobo mientras trataba de entrar con su coche en la sede de la CEE, y sus insultos después de que este contestara con un “Que Dios te bendiga”, circuló por los móviles de muchos prelados.

El jueves, después de que se anunciase una nueva concentración a las puertas de Añastro, la CEE se movió con rapidez, y la sesión reservada se celebró en un edificio, propiedad de la Conferencia, pero situado a dos calles de su sede. Los obispos pudieron entrar con normalidad, y debatir con calma sin escuchar los gritos de los manifestantes.

Antes de que los más críticos pidieran explicaciones, fue el cardenal Cobo quien tomó la palabra, dando cuenta de todas las conversaciones mantenidas entre el Gobierno y el Vaticano, desde que el presidente Sánchez acudió a Roma a ver al Papa el pasado 11 de octubre. El cardenal de Madrid desgranó las negociaciones, y los resultados del acuerdo que se rubricó el 4 de marzo. La claridad de Cobo, el apoyo de los benedictinos y, fundamentalmente, saber que había sido el Vaticano quien tomó la decisión, aplacaron el ímpetu de los obispos más radicales, que no tuvieron más remedio que claudicar. Al menos, hasta este lunes.


Un cartel indica la dirección para llegar a la basílica del «Valle de Cuelgamuros»

“Usar a los muertos para ganar batallas perdidas”

El texto de la carta pastoral del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, hecha pública este lunes rompió la supuesta unanimidad episcopal sobre Cuelgamuros. Sanz acusa al Gobierno de “querer utilizar a los muertos para ganar batallas perdidas”, y lanza una dura diatriba contra la “fijación ideológica beligerante” del Ejecutivo, que busca “reabrir las heridas que tanto nos costaron cerrar como hermanos”.

“Hay una fijación ideológica beligerante contra la memoria cristiana en torno a esa cruz en esa abadía, que aboga por la reconciliación entre los pueblos, para favorecer otra memoria sesgada y mal llamada ‘democrática’, imponiendo el resentimiento en el trasiego fraterno y sereno construyendo una historia de paz entre españoles”, sostiene Sanz en su carta, en la que vuelve a acusar al Ejecutivo socialista de “una maldad irresponsable, que insidia la convivencia en nuestra sociedad española y que tan fácilmente excita la confrontación indeseada”.

Por su parte, Munilla ha hecho su propia arenga en su programa en Radio María. El obispo de Orihuela-Alicante ha pedido a los ultras, vinculados a El Yunque y HazteOir, que no equivoquen los destinatarios de sus quejas. “En vez de manifestarse ante la Moncloa se manifiestan ante la Iglesia”, lamenta. “La imagen de que la Iglesia ha sido cobarde y ha cedido en todo y no ha defendido el honor de los lugares sagrados son falsas”, remacha Munilla.

A su vez, trata de dar la vuelta al argumentario del acuerdo firmado. “El Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido que ceder en sus pretensiones iniciales para la resignificación del Valle de los Caídos porque la Iglesia ha permanecido firme”, razona el prelado, quien carga las tintas contra el Gobierno, los medios que desvelaron la noticia y, en especial, el ministro Bolaños, que “sí han conseguido dividir a los católicos de forma que algunos han puesto como objetivo a la Conferencia Episcopal Española o al secretario de Estado”.

“Es totalmente injusto escuchar insultos y ver pintadas contra el cardenal arzobispo de Madrid, el presidente de la Conferencia Episcopal o contra el secretario de estado del Vaticano. Quienes hacen eso no saben de los que están hablando y han caído en la trampa de ese relato que Bolaños ha conseguido filtrando”, insiste Munilla, quien culmina asegurando que, en esta historia, solo hay un héroe, el ex prior de Cuelgamuros: “Santiago Cantera es el hombre que ha dado a España la lección moral que necesitaba”.

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