domingo, abril 20 2025

El doble juego de los aranceles, a escala nanométrica: Trump indulta los chips pero castiga su fabricación

La Casa Blanca exime a los semiconductores de pagar aranceles, pero no incluye ni la maquinaria para fabricarlos ni productos relacionados para inteligencia artificial

La UE ofrece a Trump ‘aranceles cero’ al comercio de bienes industriales

En apenas cinco días, a Donald Trump le ha dado tiempo a justificar los aranceles de muchas formas distintas. Ha dicho que servirán para cortar la llegada de inmigrantes irregulares y drogas, para reducir el déficit comercial de EEUU o para impulsar la creación de empleo en el país. La explicación que más convence a los economistas que intentan descifrar la medida es que busca reindustrializar EEUU y la relocalizar el tejido productivo. Pero incluso esa explicación choca contra la realidad práctica de los aranceles… así como de los productos que quedan exentos.

Trump ha dejado fuera de la lista de productos gravados a los chips. Estos componentes informáticos, hijos de la relación entre la extrema especialización, la globalización y el avance tecnológico, son muy sensibles a las alteraciones en su cadena de suministro. El republicano lo sabe bien, puesto que le tocó lidiar con la rotura de stock provocada por la pandemia en su primer mandato.

La aplicación de las tarifas que ha dictado Trump habría provocado una sacudida similar en el sector. Taiwán (32%) o Corea del Sur (25%), que están entre los principales productores de chips avanzados, también son de los países más castigados por los aranceles. Al igual que China (34%) que fabrica buena parte de los menos avanzados, dedicados a electrodomésticos o dispositivos de gama media o baja. Gracias a la exención, los chips producidos en estos tres países entrarán en EEUU sin siquiera la tasa del 10% que la Casa Blanca ha fijado como arancel mínimo.

Sin embargo, si una empresa estadounidense quiere hacerse con la maquinaria necesaria para abrir una fábrica de chips en EEUU, se encontrará con que debe pagar el peaje comercial de Trump. Construir este tipo de herramientas es un área aún más especializada y concentrada que la propia fabricación de chips avanzados, y resulta ser una en la que la Unión Europea tiene una posición muy fuerte con ASML, radicada en Países Bajos.

ASML construye las máquinas de litografía que emplean luz ultravioleta extrema para imprimir patrones extremadamente pequeños en los chips. Es la referencia mundial en este campo y sus herramientas más avanzadas pueden crear transistores de solo 2 nanómetros (un pelo humano tiene un grosor de 60.000 nanómetros), lo que permite colocar millones de transistores en un espacio muy pequeño. ASML puede construir solo un puñado de ellas al año y se estima que las dos que le vendió en 2024 a la estadounidense Intel costaron unos 370 millones de euros cada una.


Una sala blanca de ASML. Las instalaciones de este tipo de empresas requieren de higiene similar a los quirófanos

Intel necesitará más máquinas como esa para las nuevas factorías de semiconductores que está construyendo en EEUU. Sin embargo, a partir de ahora necesitará desembolsar casi 450 millones por cada una debido a los aranceles. Lo mismo le ocurrirá al gran gigante de la producción de chips, la taiwanesa TSMC, que aceptó construir una fábrica de chips de 2 nanómetros en Arizona, que se esperaba que pudiera comenzar su actividad en 2028.

“Es una decisión bastante llamativa”, destaca Emilio Rodríguez, coautor de Chips y Poder. Una batalla global por controlar la tecnología del futuro (Editorial Catarata). “Puede tener dos razones detrás: una es que quiera castigar a la UE porque es un segmento en el que es fuerte. La otra es que quiera presionar a ASML y Bruselas para que sigan impidiendo la venta de su maquinaria a China a cambio de negociar una bajada de los aranceles”, propone.

La situación se repite con muchas otras de las empresas fundamentales en el diseño y construcción de este tipo de maquinaria, entre las que las estadounidenses son minoría. Japón, con Nikon, Canon, Tokio Electron o Hitachi High-Tech, destaca en este campo. Los productos del país del sol naciente han sido gravados con un arancel del 24%.

Otro tanto en inteligencia artificial

Si alguien en Silicon Valley celebró en un primer momento que el equipo de Trump hubiera exonerado a los chips de los nuevos aranceles, la alegría no duró demasiado. Al igual que la maquinaria para fabricarlos sí deberá pagar las tarifas correspondientes, lo mismo sucederá con las unidades de procesamiento gráfico (GPU, por sus siglas en inglés), los chips especialmente diseñados para la inteligencia artificial.

Se trata de los componentes que han convertido a Nvidia en una de las compañías más valiosas del mundo. Sin embargo, estos no se fabrican en suelo estadounidense, sino que Nvidia, que es la encargada de su diseño, confía en la experiencia de TSMC en Taiwán o Samsung en Corea del Sur para fabricarlos.

“El hardware de IA, en particular las GPU de gama alta de Nvidia, experimentará un aumento de costes, lo que podría frenar el desarrollo de infraestructura de IA en EEUU”, apuntó Nancy Wei, de la consultora Eurasia Group, en declaraciones a Wired. “La computación en la nube, la computación cuántica y las aplicaciones de semiconductores de grado militar también podrían verse afectadas debido al aumento de costes y la incertidumbre en el suministro”, añadía.

Las GPU de Nvidia son claves en los nuevos centros de datos que deben entroncar la inversión de 500.000 millones de dólares en centros de datos anunciada por Trump en los primeros días de su mandato. Por el momento, ni Nvidia, ni el resto de grandes empresas estadounidenses diseñadoras de chips, ni sus asociaciones patronales se han posicionado respecto a los aranceles.

Sí lo han hecho sus homólogas europeas. “Los aranceles son perjudiciales para la tecnología. Se trata de un impuesto adicional sobre productos esenciales para el funcionamiento de la economía digital, como maquinaria avanzada, tecnologías de red y equipos de telecomunicaciones. Es perjudicial tanto para Estados Unidos como para Europa”, ha manifestado DigitalEurope, que engloba a Nvidia y otras grandes multinacionales tecnológicas: “La introducción de aranceles genera incertidumbre en las cadenas de suministro, incrementa los costes para empresas y consumidores y, en última instancia, pone en peligro el crecimiento y el empleo”.