La Fiscal General de EEUU, Pam Bondi, ha informado hoy miércoles de que pedirá la pena de muerte en el juicio contra Luigi Mangione, el hombre que mató de un tiro al directivo de la sanidad privada Brian Thompson el pasado diciembre. “Fue un asesinato premeditado y a sangre fría” y un “acto de violencia política”, ha justificado Bondi en un comunicado.

“Tras considerarlo detenidamente, he instruido a los fiscales federales que pidan la pena de muerte en este caso, como parte de la agenda del presidente Trump de detener lo delitos violentos y hacer EEUU seguro de nuevo”, ha argumentado Bondi.

Otro de los motivos para pedir la pena capital es el supuesto riesgo para terceros que supuso el asesinato, cometido en la vía pública.

Una de las primeras medidas que tomó Donald Trump al tomar posesión del cargo fue dar una orden genérica a la fiscalía para que reclamase la pena de muerte en los delitos federales más graves. El asesinato de Thompson, consejero delegado de la aseguradora UnitedHealthCare, se produjo en Nueva York, que no ha suprimido formalmente la pena capital, pero que no ejecuta a ningún reo desde 1963.

Al tratarse de un delito federal —entre los cargos que se le achacan a Mangione, que se declaró inocente, está el de terrorismo—sí cabría técnicamente imponérsela, pero esto también es infrecuente; ningún preso ha estado en el corredor de la muerte en Nueva York desde 2007.

El caso de Mangione adquirió enseguida una notoriedad viral con detractores, pero también admiradores que lo señalaron como justiciero contra la muy impopular sanidad privada estadounidense. La primera página del manifiesto escrito por Mangione, que las autoridades encontraron tras detenerlo, ya especificaba el móvil del crimen: “Estos parásitos se lo merecían. Pido disculpas por las molestias y el trauma, pero había que hacerlo”.