martes, abril 1 2025

La pesca de arrastre amenaza a los tiburones y el calentamiento del mar les expulsa del Mediterráneo

El Informe Mar Balear, elaborado por la Fundació Marilles, apunta a la musola y al alitán como dos especies en peligro de extinción

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La pesca es la principal amenaza para los tiburones y las rayas. “No solamente por la extracción de ejemplares, sino también por la alteración o la destrucción del hábitat”, afirma Biel Morey, biólogo marino y cofundador de Save the Med, que asegura que en el caso de la pesca de arrastre, en algunas situaciones, “ha supuesto un impacto muy elevado” para los fondos marinos.

Estos animales marinos, de la familia de los elasmobranquios, también son muy sensibles a los desarrollos urbanísticos del litoral, como las instalaciones portuarias -u otro tipo de construcciones-, así como a determinados procesos ligados al turismo, como la regeneración de playas. Estas intervenciones humanas, sostiene Morey, también afectan a tiburones y rayas “por la alteración de sus hábitats”. De manera combinada se pueden dar, además, otro tipo de impactos, como las aguas contaminadas en los puertos.

Del mismo modo, se ha detectado la presencia de contaminantes en estos y otros organismos marinos. “Los efectos sobre sus poblaciones no están bien definidos, aunque a nivel individual está claro que esto afecta a su fisiología”, explica Morey, en conversaciones con elDiario.es. El biólogo marino subraya, además, que esta contaminación se transmite “de madres a crías” y que puede afectar a los humanos que los consumen.

Especies en peligro de extinción

Los tiburones y las rayas presentan unas características biológicas que las hacen muy vulnerables a las actividades antropogénicas, es decir, aquellas producidas o causadas por los seres humanos, siendo la pesca la problemática principal. De hecho, 39 de las 73 especies presentes en el Mediterráneo están amenazadas. En el caso de las aguas del mar balear se han citado 59 especies, de las cuales 30 están amenazadas y seis se consideran extintas localmente: los pescados sierra (Pristis pectinata y Pristis pristis), la mielga (squalus acanthias) y tres especies de tiburón ángel (Squatina spp).

El Informe Mar Balear, elaborado por la Fundació Marilles, indica el estado de fragilidad en el cual se encuentran dos especies: la musola (Mustelus mustelus) y el alitán (Scyliorhinus stellaris). En el caso de la musola, se considera que se encuentra en un estado muy vulnerable porque la mayoría de los ejemplares capturados en la lonja de Palma son inmaduros, mientras que las capturas de las poblaciones de alitán se han reducido un 37% en los últimos ocho años. A estas especies en peligro hay que añadir la del quelvacho, que hasta ahora no lo estaba, cuyas capturas se han reducido un 77% entre 2009 y 2020. Esta tendencia muestra, aseguran los investigadores, que esta especie se encuentra “en peligro de extinción” en las aguas de Mallorca.


Huevo de alitán (Scyliorhinus stellaris) encontrado en una playa.

Otras razones que explican el declive de los tiburones y las rayas son sus propias características: fecundidad baja, crecimiento lento, madurez sexual tardía, elevada longevidad y alta tasa de supervivencia de todas las franjas de edad. El resultado es un bajo potencial reproductivo, lo cual redunda en “una baja capacidad para incrementar las poblaciones”, señalan los investigadores. Así, la mitad de estas especies del mar balear están amenazadas y son altamente vulnerables a las actividades pesqueras. Por este motivo, proponen adecuar “planes de gestión específicos” para las que presenten “un estado de conservación preocupante”.

Entre las familias de elasmobranquios legalmente protegidas que habitan las aguas del archipiélago balear, y que están incluidas en el Catálogo español de especies amenazadas, cabe señalar el tiburón zorro; el tiburón martillo; el tiburón ángel; el tiburón blanco; el marrajo; el tiburón cailón; el tiburón peregrino; el cazón; la noriega -también conocido como raya noruega-; la raya falsa vela; la mantelina; la manta; el tiburón cerdo; la raya bramante; los peces guitarra y los peces sierra.

Además, el decreto balear por el cual se regulan las actividades de extracción de flora o fauna marina y las actividades subacuáticas en las reservas marinas, también protege al alitán, la pastinaca, la raya látigo, la tintorera, el águila marina, el pez obispo, la tremielga y las musolas, con lo cual, está prohibida “cualquier actuación con la intención de matarlos, capturarlos, perseguirlos o molestarlos”.

Un proyecto para proteger estos hábitats

La Fundació Marilles, junto a Shark Conservation Fund (SCF), ha puesto en marcha un proyecto, dotado de 645.000 euros, cuyos esfuerzos se centran en invertir “el grave declive de las poblaciones de tiburones y rayas en el Mediterráneo español”, especialmente en torno al mar balear. El objetivo consiste en “proteger hábitats críticos” mediante la designación de zonas marinas protegidas y la aplicación de “medidas de conservación eficaces en los planes de gestión y pesca”.

En este sentido, los investigadores indican que esta acción tiene su origen en la iniciativa Áreas Importantes para Tiburones y Rayas (ISRA’s, por sus siglas en inglés), de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés). “El objetivo es identificar zonas que resulten esenciales para los tiburones y las rayas como áreas, por ejemplo, de reproducción, alimentación, migración o para la diversidad de especies que se encuentren”, señala el biólogo marino Morey.

Así, el grupo de trabajo del Mediterráneo identificó 65 áreas importantes, de las cuales cuatro se localizan en Balears: la primera, en las aguas que envuelven Mallorca y Menorca; la segunda, en la zona que va desde la reserva marina de El Toro hasta sa Dragonera; la tercera, en la zona de Cala Vella, dentro de la reserva marina de la bahía de Palma y la cuarta, en las aguas que envuelven Formentera. Además, también se identificaron otras dos zonas de interés, que en un futuro podrían entrar en la categoría de áreas importantes, como el banco Emile Baudot (situado al sur de Mallorca) y buena parte de la reserva marina de Llevant-Cala Ratjada.


Un buceador durante una inmersión en El Toro.

No obstante, Morey aclara que la declaración de una zona como área importante para tiburones y rayas no supone ninguna protección oficial, sino que “se convierte en una herramienta de información para las administraciones para eventuales declaraciones de espacios marinos protegidos”. Por tanto, afirma el biólogo marino, el proyecto pretende “usar y trasladar esta información a las administraciones competentes” para que, en su caso, tomen medidas y puedan declarar estas zonas como espacios marinos protegidos.

Asimismo, se persigue que los planes de gestión pesquera, y los planes de gestión Red Natura 2000, incluyan medidas de liberación de tiburones y rayas por parte de los pescadores. “Un mar bien conservado es un mar con tiburones y rayas en buen estado de conservación”, asegura Aniol Esteban, biólogo marino y director de la Fundació Marilles. “Desgraciadamente, estas especies han sufrido una fuerte recesión en el Mediterráneo, y tanto Baleares como el litoral español no son una excepción”, añade Esteban.

“Un mar bien conservado es un mar con tiburones y rayas en buen estado de conservación. Desgraciadamente, estas especies han sufrido una fuerte recesión en el Mediterráneo, y tanto Baleares como el litoral español no son una excepción

Aniol Esteban
Biólogo marino y director de la Fundació Marilles

La influencia de la crisis climática

En estos momentos, no hay estudios en Balears sobre la influencia que pueda tener el cambio climático en algunas de estas especies. Sin embargo, Morey indica que las olas de calor marinas, como las que ha habido en 2022 y 2023, “muy probablemente afectan a especies que viven a poca profundidad donde pasan etapas críticas de su vida (zonas de cría/crecimiento, o con la finalidad de reproducirse)”. Además, el calentamiento comporta “una disminución en la concentración del oxígeno en el agua”, lo cual afecta a la distribución en profundidad de los tiburones pelágicos (de mar abierto), señala. El biólogo marino añade que los tiburones pelágicos “pasan más tiempo en profundidades donde aumenta su interacción con la pesca con palangres”, y por tanto, son más vulnerables a la pesca.

En este sentido, “el cambio climático produce calentamiento, acidificación y desoxigenación de los mares y océanos, cambiando los hábitats y su biogeoquímica”, señala a elDiario.es Raquel Sunyer, doctora en Ciencias del Mar y coordinadora del Informe Mar Balear. Por tanto, asevera que los tiburones que se verían más afectados por el calentamiento “son los que viven y se reproducen en zonas más costeras”. Aquellos que viven en océano abierto, por otro lado, “podrían estar modificando su distribución para desplazarse a aguas más profundas y menos cálidas”, explica Sunyer.

Finalmente, Morey vuelve a incidir en la combinación de varios impactos. En cuanto a los niveles poblacionales, afirma que las especies que han sufrido un mayor declive por culpa de la pesca “han notado más aumento de la temperatura del agua”. Algunos ejemplos, detalla el biólogo marino, son la mielga (Squalus acanthias), un tiburón de tamaño pequeño-mediano, o el tiburón cailón (Lamna nasus), también conocido como marrajo sardinero. Son dos especies de tiburones que, al preferir las aguas frías, han desaparecido del mar balear.