La falta de frío obliga al treparriscos, elegida ave del año 2025, a subir cada vez más alto para tener a sus crías: este fenómeno está cambiando sus hábitos y también los ecosistemas montañosos, donde se multiplica el riesgo de incendios
Los bulos contra el lobo triunfan en el Congreso: “Se acabará con el miedo a mandar a los niños al colegio”
Cuando necesitas las cumbres –con su frío– para subsistir, el calentamiento global del planeta es un asunto de desahucio mortal. Porque si cada vez te ves obligado a ascender más y más huyendo de la temperatura creciente, llega un momento en el que “se te acaba la montaña”. Una alerta sobre el deterioro climático de las montañas que nos envía, entre otros, un pequeño pájaro más célebre fuera de España que en su casa: el treparriscos.
El treparriscos (Trichodoma muraria) es un pájaro montañés por antonomasia. Cría a unos 2.000 metros de altitud. Y pasa el invierno en imitaciones de alta montaña más bajas y menos gélidas. Luego vuelve a subirse en primavera. Por eso es más accesible buscar su espasmódico vuelo –que recuerda el revoloteo de una mariposa– en busca de arañas en febrero o marzo cuando escala, por ejemplo, en los cortados de los mallos de Riglos (Huesca).
“A medida que se incrementa el calor del planeta, se le estrecha el hábitat”, explica el delegado de SEO-Birdlife en Aragón, Luis Tirado, mientras escudriña las paredes prepirenaicas de Riglos con unos prismáticos junto a elDiario.es. “Tendrá que pasar a criar a 2.500 metros, 2.700 metros de altitud y los Pirineos se le van a acabar por arriba”, calcula. Y sin sitio donde criar, pues la población simplemente va desapareciendo.
Treparriscos, el pájaro-mariposa que alerta
del cambio climático en las cumbres
Ave insectívora
Consume todo tipo de pequeños invertebrados que captura en las paredes rocosas o en huecos, fisuras y repisas con algo de vegetación.
Utilizan su largo pico para capturar a sus presas, principalmente, arañas
15,5 a 17 cm
de largo
A Coruña
Bilbao
Girona
Barcelona
Madrid
Valencia
Su población se distribuye por la alta montaña de Eurasia , incluyendo los Pirineos y los Alpes.
Alicante
Son muy sensibles a los cambios de temperatura por lo que el calentamiento global los está ‘empujando’ hacia arriba y les estrecha el hábitat donde pueden vivir.
Málaga
Entre mayo y junio la hembra pone de 3 a 5 huevos blancos moteados de rojo, que incuba sola de 18 a 20 días.
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: SEO/BIRDLIFE
Treparriscos, el pájaro-mariposa que alerta
del cambio climático en las cumbres
Son muy sensibles a los cambios de temperatura por lo que el calentamiento global los está ‘empujando’ hacia arriba y les estrecha el hábitat donde pueden vivir.
Utilizan su largo pico para capturar a sus presas, principalmente, arañas
15,5 a 17 cm
de largo
Ave insectívora
Consume todo tipo de pequeños invertebrados que captura en las paredes rocosas o en huecos, fisuras y repisas con algo de vegetación.
A Coruña
Bilbao
Girona
Barcelona
Madrid
Valencia
Su población se distribuye por la alta montaña de Eurasia , incluyendo los Pirineos y los Alpes.
Alicante
Málaga
Entre mayo y junio la hembra pone de 3 a 5 huevos blancos moteados de rojo, que incuba sola de 18 a 20 días.
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: SEO/BIRDLIFE
El treparriscos, elegido como ave del año 2025, no es el único pájaro montañés que lo pasa mal con el recalentamiento planetario. Las poblaciones de aves de alta montaña en España han disminuido en torno al 21% (el doble que en Europa), según concluyó una investigación del CREAF y el Instituto Catalán de Ornitología. Entre las causas principales que barajan estos científicos: el cambio climático y el cambio en el uso del suelo.
Estas variedades solo pueden vivir en las montañas. Y son bastante sensibles a los cambios de temperatura y humedad propios de sus ecosistemas. Por eso trepan montaña arriba si las laderas se tornan, como está ocurriendo, más secas y calurosas. Entre los que lo están pasando peor, este trabajo señalaba el bisbita alpino, roquero rojo o el escribano montesino, pero, en conjunto, las poblaciones ibéricas han caído un quinto respecto a la década precedente.
El treparriscos es una de las aves más enigmáticas y escasas de Europa y depende totalmente del hábitat altimontano
Esta migración forzosa climática no es exclusiva de esta ave. El investigador del CREAF y profesor de la UAB, Bernat Claramunt cuenta a elDiario.es que “las temperaturas están aumentando más rápidamente que la capacidad de los organismos para asumirlo, sobre todo las plantas y habrá algún momento que ya no podrán subir más. Claramunt, que coordinar la red europea de montaña NEMOR, pone un ejemplo del problema: ”Los polinizadores que sí pueden subir a niveles mayores van a encontrarse con que no hay plantas en esa altitud, porque las flores no suben tan rápido“. ¿Qué pasará cuando unos abejorros no detecten los estambres llenos de polen? Aún se investiga.
Perder servicios ecosistémicos montañeros
El desahucio de especies es una cara del problema. En un país como España, en el que casi la mitad del territorio está formando por sistemas montañosos y donde esas cadenas contienen la mayoría de los espacios Red Natura 2000, el cambio climático provocado por los humanos está trastocando las cosas de múltiples maneras. No se trata exclusivamente, que también, de la desaparición de glaciares o que el manto de nieve dure mucho menos o que las laderas se estén resquebrajando. Hay más.
Y los efectos en la montaña no los padece únicamente la vida silvestre. Dañarlas es dañarnos: las montañas, como de las que depende el treparriscos, ofrecen multitud de servicios ecosistémicos que benefician a los humanos. A todos, vivan cerca de las cumbres o no. Servicios ecosistémicos son, simplemente, los beneficios que los ecosistemas ofrecen a la sociedad, en el caso de las montañas: agua, turismo, ingresos económicos o materias primas.
“En las montañas se da un sistema socioecológico en el que los componentes económicos, sociales y ambientales están extremadamente ligados y son muy interdependientes”, ilustra Bernat Claramunt. Por ejemplo, la migración de especies hacia arriba está resultando en que la línea de árboles ascienda “y se está encontrado espacios para crecer, espacios donde anteriormente había ganado que comía plántulas y esos espacios ahora están abandonados. Todo esto, añadido a las condiciones climáticas, redunda ”en un mayor peligro de incendios“.
En las montañas se da un sistema socioecológico en el que los componentes económicos, sociales y ambientales están extremadamente ligados y son muy interdependientes
Mayor porque los bosques jóvenes son más propensos al fuego, porque el cambio climático crea condiciones para ciertas especies vegetales y eso homogeneiza la masa forestal y porque hay más periodos de sequía que facilitan las llamas. Y además, “antes en las montañas, como las temperaturas no subían mucho, el peligro era muy bajo, aunque no lloviera. Ahora ya no”.
Y el problema es que, explica Claramunt, “extinguir una incendio en la montaña es mucho más complicado. Cuesta mucho más dinero para abrir caminos o un cortafuegos”. El investigador se queja de que, ante esto, “falta gestión forestal”. En Catalunya, por ejemplo, “el 60% de los bosques son de titularidad privada y como a los dueños no les sale a cuenta hacer una gestión, pues no hay”.
Si antes había unos pueblos, unas aldeas, en medio de la montaña, “había un prado de pasto, un bosque con gestión, etc. y eso desaparece y el bosque vuelve a su sitio, pero con condiciones diferentes”, señala el investigador del CREAF.
Un treparriscos.
No acaba ahí la cosa. En las montañas mediterráneas “ahora tenemos menos eventos de precipitación, pero mucho más fuertes, es decir, tormentas, y esto aumenta mucho el riesgo de riadas, la escorrentía o corrimientos de tierra”, remata el coordinador de la red NEMOR.
Trichodoma muraria es una de las aves “más enigmáticas y escasas de Europa”, describe Luis Tirado. “Y depende totalmente del hábitat altimontano”, es decir, “se instala en las cumbres más altas”. Aunque no hayas escuchado hablar de él, el pequeño pájaro de las cumbres y los cortados es una joya ornitológica: “Vienen de toda Europa a buscar el treparriscos en España”, avisa Tirado. Hay que pensar en ornitólogos de Alemania, Noruega o Reino Unido viajando a la península con la fijación de bimbar –entre los pajareros, ver una especie por primera vez– un pájaro de alas rojas sobre un cortado.
“Es escaso y difícil de observar”, cuenta el biólogo y, además, se le está achicando su espacio vital en las cumbres. Este periodista debe confesar que, al menos esta vez, no consiguió dar con el pájaro mariposa que escala roquedos.