sábado, marzo 29 2025

¿Es efectivo dormir y sentarse en el suelo para aliviar el dolor de espalda?

Internet es un paraíso para pseudogurús de todo tipo, y ahora es tendencia afirmar que descansar en el suelo es fuente de múltiples beneficios. Pero una cosa son las redes sociales y otra lo que dicen los expertos: «La mayoría de dolores de espalda son inespecíficos; no hay una causa única»

He estado usando los zapatos minimalistas que son «como andar descalzo» y esto es lo que ha cambiado

Busca en TikTok “dormir en el suelo” y se sucederán decenas de gurús que han descubierto (y lo cuentan) que no solo se puede descansar sin colchón sino que es la panacea. Pero, entre recomendación y recomendación, se intercalan expertos que confirman o ponen en duda los postulados de los iluminados.

Aunque parezca un descubrimiento de las redes sociales, es evidente que dormir en el suelo no es algo que hayamos descubierto en el siglo XXI. Más allá de que pudiera hacerse por necesidad, la elección de dormir en el suelo la han practicado durante siglos algunas culturas orientales como la japonesa o la coreana. Pero desde hace unos años, Occidente le ha puesto los ojos encima a esta práctica ancestral.

“Empecé a dormir en el suelo hace 10 años y ya no hay vuelta atrás”, explica Kate Bowman, una kinesióloga y suerte de influencer en la materia que no solo cuenta su experiencia a través de redes sino que hace caja con ella. Desde 2013 comparte contenido en relación a cómo “deshacerse del colchón”, asegurando que en su caso esto le ha cambiado la vida y haciendo asesoramiento (pago mediante) a quienes quieran seguir su estela. Bowman ha publicado varios libros, entre ellos, el bestseller de confuso título Move your DNA (Mueve tu ADN), que da nombre también a su podcast y a unos retiros de ejercicio de fin de semana.

Pero no podemos perder de vista que el descanso es un terreno tan personal que ni siquiera se puede decir que un colchón sea mejor que otro. Así que la pregunta es: ¿cómo de fiables son estas recomendaciones?

La postura correcta


Muchos sostienen que, al eliminar el colchón blando, el cuerpo se alinea de manera natural.

Lo que defienden estos gurús es que la postura recta que se consigue en el suelo es beneficiosa para la espalda. Dormir en una superficie firme, como el suelo, puede ofrecer una serie de beneficios físicos, dicen, tales como mejorar la circulación sanguínea y la alineación de la columna vertebral. Muchos sostienen que, al eliminar el colchón blando, el cuerpo se alinea de manera natural, y esto ayuda a liberar tensiones acumuladas en la espalda y las caderas.

“Lo primero que hay que mencionar es que la postura correcta o incorrecta no existe. Ambas son un mito”, dice al respecto Jonatán Díaz Expósito, fisioterapeuta al frente de la Clínica Sacrum, y profesor en la Universidad de La Laguna. Así que, a priori, el armazón de estos prescriptores parece tambalearse.

Lo primero que hay que mencionar es que la postura correcta o incorrecta no existe. Ambas son un mito

Jonatán Díaz Expósito
fisioterapeuta y profesor en la ULL

Sin embargo, el experto sí cree que existe algo como una fórmula para la buena postura: “Es la que respeta los principios de eficiencia, dosis, capacidad y estado emocional”. Y esto se concreta en cuatro pautas: requiere el mínimo esfuerzo, no se prolonga como para producir síntomas molestos; no requiere más fuerza de la que dispone la persona y “permite adecuarse al contexto emocional en el que se encuentra”.

Alivio del dolor: falta de evidencias

Y en cuanto a si las superficies rígidas alivian el dolor, tampoco parece haber respuesta absoluta. “Para algunas personas puede resultar analgésico y, para otras, lo contrario. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los dolores de espalda son inespecíficos; es decir, que influyen muchos factores, por lo que no hay una causa única”.

Lo cierto es que la evidencia científica sobre los efectos de dormir en el suelo es limitada, aunque hay esfuerzos dedicados a esta tarea en algunos centros y universidades que resultan más o menos aceptados por la comunidad científica. Por ejemplo, un artículo publicado en The Journal of Alternative and Complementary Medicine investigó los efectos del grounding (que es el término anglosajón para señalar la conexión del cuerpo con la tierra). Utilizando almohadillas conductoras en 12 sujetos con problemas de sueño, dolor y estrés, los resultados mostraron una disminución de los niveles de cortisol durante la noche y una mejor alineación con el ritmo circadiano natural. Los participantes, especialmente las mujeres, reportaron, según dicen los autores, mejoras en la calidad del sueño y reducción del dolor y el estrés.

Sentarse y levantarse

Los beneficios de acostarse en el suelo no están del todo claros, pero ¿qué pasa con sentarse? La médica rehabilitadora y especialista en dolor Jennifer L. Solomon defendía en una entrevista con Women’s Health que sentarse en el suelo “con las rodillas en alto, alivia la presión sobre la espalda”. Y aunque explicaba que no hace falta la medida drástica de abandonar el colchón, sí incluía un consejo para dormir: evitar hacerlo boca abajo, porque esto presiona la columna “impidiendo que mantenga una postura neutra”.

Juliet Starret y Kelly Starret, que han cosechado fama como expertos en movilidad afirmando que la capacidad de bajar y subir del suelo contribuye al aumento de la esperanza de vida en personas mayores, aseguran en su libro Naciste para moverte: 10 hábitos esenciales para mejorar tu movilidad y retrasar el envejecimiento que una de las mayores causas de las lesiones de muerte después de los 65 años son las caídas. Y según dicen, una de las formas de combatir que estas se produzcan en mayor medida es con un sencillo ejercicio: sentarse en el suelo durante entre 15 y 30 minutos al día en diversas posiciones, como con las piernas cruzadas, en cuclillas o arrodillados.

En este caso, Díaz Expósito ve “posible que para aliviar un dolor lumbar pueda ser útil tumbarse bocarriba en una colchoneta, flexionar las rodillas y caderas, y colocar una almohada debajo de las rodillas”. Sin embargo, al igual que con las superficies de descanso, afirma que no hay un asiento ideal, “porque va a depender básicamente del uso que se le va a dar, de la complexión de la persona y del tiempo que se va a utilizar”.

Para algunas personas puede resultar analgésico y, para otras, lo contrario. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los dolores de espalda son inespecíficos; es decir, que influyen muchos factores, por lo que no hay una causa única

Jonatán Díaz Expósito
fisioterapeuta y profesor en la ULL

Un asiento que no se deforme

Pero no volvemos del todo al punto cero. El fisioterapeuta dice que la clave de un asiento es la deformabilidad. “Se deben evitar asientos muy deformables, especialmente si se va a prolongar su uso. Para trabajos administrativos, lo ideal es que ayuden a mantener las zonas claves del cuerpo en unos 90º de flexión de codos, rodillas, caderas y tobillos”. Todo esto junto a un apoyo lumbar “que favorezca el autoenderezamiento de la columna”.

Para conducir o descansar en un sillón, “es mejor reclinarse un poco para atrás, para disminuir la actividad de los músculos de la columna”, y añade: “A mayor edad, las personas tienden a tener los tejidos más rígidos, por lo que no estarán cómodos ni podrán prolongar la situación mucho tiempo”.

Además de los beneficios físicos, a la práctica de descansar en el suelo también se le atribuyen efectos positivos para la mente. La psicóloga clínica Ellen Hendriksen, en un artículo de The New York Times, explica que descansar sobre el suelo induce un estado de calma similar al de la meditación. Para la autora, una postura tendida —ni encorvado ni con la cabeza gacha— permite soltar las tensiones y disminuir la ansiedad“, relata.

En la misma publicación, Alan Fogel, profesor de psicología en la de la Universidad de Utah (EEUU), aseguró que descansar en superficies duras “puede desconectar a la mente de la sobrecarga de pensamientos, facilitando un reset mental sin la distracción de un lugar familiar como la cama”. Para este psicólogo, algunos vicios como sobrecargar los hombros o apretar las mandíbulas en situaciones de presión, podrían canalizarse descansando algunos instantes en el suelo.

Y ¿qué hay de caminar descalzos?


Caminar descalzo puede reportar beneficios a cualquier edad, siempre que se produzca en terrenos que no sean demasiado rígidos, como la arena de la playa o el césped

Una de las prácticas relativas a ese “conectar cuerpo y tierra” que sí parece que conseguir consenso en cuanto a sus beneficios es caminar descalzos. “Puede reportar beneficios a cualquier edad, siempre que se produzca en terrenos que no sean demasiado rígidos, como la arena de la playa o el césped”, dice Díaz Expósito.

Entre las bondades se encuentran “el fortalecimiento de músculos de los pies, la mejora de la sensibilidad propioceptiva”, y aquí también “algunos estudios indican efectos calmantes y relajantes del sistema nervioso”. Pero, por como hemos sido educados, apunta, lo mejor es “utilizar calzado cuando las superficies que pisemos sean planas, duras o con riesgo de dañar la piel”.

Esto es porque no estamos acostumbrados a andar descalzos, y eso “disminuye la activación de parte de la musculatura intrínseca del pie, por lo que cuando se camina descalzo en superficies planas y duras, dicha musculatura se fatiga, sensibilizando el sistema nervioso y la fascia plantar”, explica el fisioterapeuta. “Es por ello que a mi consulta suelen llegar a principios de septiembre muchas personas con dolor plantar debido a haber estado descalzos un tiempo prolongado en verano”.

Por culpa de ir siempre con calzado, la planta del pie se ha convertido en “una zona sensible y poco adaptada a la exposición directa. Por ello se debe evitar estar descalzo en superficies que puedan agredir la piel, ya sea de un modo mecánico o térmico”, advierte. Todo tiene riesgos y esta práctica también, aunque la solución es fácil: “Hay riesgos como lesiones, heridas e infecciones, pero pueden limitarse si se protegen los pies con un calcetín”.