Kristy Coventry, que ha moderado su discurso tras ser elegida responsable del COI, apuesta porque el Comité asuma un mayor liderazgo para regular la presencia de deportistas transgénero en los próximos Juegos, que se disputan en EEUU bajo la amenaza de veto de Trump
El Comité Olímpico Internacional elige como presidenta a una mujer por primera vez
Una cosa es estar en campaña y otra en el cargo. La nueva presidenta del Comité Olímpico Internacional (COI), Kristy Coventry, no ha tardado ni una rueda de prensa como máxima responsable del movimiento olímpico en rebajar su postura respecto a la participación de las atletas transgénero en los Juegos, uno de los principales retos que afrontará la zimbabuense durante su mandato.
Preguntada al respecto durante su primera comparecencia como flamante presidenta, la exnadadora se mostró partidaria de que el COI sea más proactivo. “Tenemos que asumir un poco más de liderazgo”, respondió, y explicó que se va a “crear un grupo de trabajo que estudiará la cuestión de los transexuales y la protección de la categoría femenina. Una vez que hayamos tomado la decisión colectivamente como COI con las federaciones internacionales, esa decisión quedará muy clara y no nos moveremos de ahí”, sostuvo.
Es una posición más conciliadora que la que mantenía hasta ahora, cuando venía calificando de “esencial” que se garantice “la equidad en el deporte femenino y mantener la integridad de las categorías femeninas”.
La presencia (o no) de las mujeres transgénero en los próximos Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Los Ángeles, EEUU, en 2028 va a ser uno de los principales asuntos que deba abordar Coventry en el corto y medio plazo. “Va a tener que hilar muy fino si decide ser aperturista, como creo que puede pasar en el medio plazo, y lograr que el deporte sea un espacio neutral como siempre se ha pretendido que sea”, augura María José Patiño, profesora doctora del grupo de investigación GIES-10 de la Universidad de Vigo y miembro del panel de expertos de la Comisión Científico-Médica del COI.
La natación y el atletismo, en contra
Patiño recuerda que hay federaciones internacionales de mucho peso en el movimiento olímpico, como las de atletismo o natación, “que van a tener una ventana muy cerrada a la incorporación de mujeres trans al deporte de alto nivel”. En este momento, ambas lo tienen prohibido para las deportistas que transicionaran después de los 12 años –lo que, por extensión, aplicó a los Juegos de París el pasado verano–, una decisión que validó el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) tras el recurso de la nadadora Lia Thomas. En el caso de World Athletics, está planteando endurecer más su normativa.
Hace un mes, la federación que rige el atletismo mundial anunció que está inmersa en pleno proceso de modificación de sus reglas sobre quién puede competir en la categoría femenina. La propuesta del organismo que dirige el exatleta Sebastian Coe –que también era candidato a presidir el COI– endurece las reglas y plantea que solo puedan competir en la categoría femenina las mujeres con “sexo biológico femenino” y aquellas con cromosomas XY pero que tienen insensibilidad a los andrógenos (es decir, su cuerpo no reconoce las hormonas masculinas como la testosterona). También se propone que, para poder ser autorizadas, las atletas deban someterse a un test genético para determinar la presencia o no del gen SRY (responsable del desarrollo de las características sexuales masculinas) y, en su caso, evaluar el nivel de testosterona.
Patiño no cree que vaya a haber mucha evolución en el corto plazo, pero añade que la nueva presidenta del COI “tampoco puede apartarse mucho de la filosofía que tiene de integración y aperturismo y dar oportunidades”. Recuerda esta experta, en cualquier caso, que contra dos de las principales federaciones del movimiento olímpico, si no las dos principales, no se puede regular nada, y que la hoja de ruta del COI pasa por dejar la decisión final en sus manos porque son estas organizaciones las que han estado trabajando sobre la cuestión en los últimos años.
Coventry tendrá que lidiar además con el presidente estadounidense, Donald Trump, que ya ha dejado claro que no quiere que las personas transgénero puedan competir en las categorías o deportes femeninos, no ya en los Juegos sino en ningún evento. Al mes de ocupar el despacho oval de la Casa Blanca, el mandatario firmó una orden ejecutiva que pretende prohibir la participación de atletas trans en las ligas escolares y universitarias mediante la denegación de fondos federales a aquellos centros educativos que lo permitan. También aseguró que no permitirá que haya atletas trans en las Olimpiadas de los Ángeles de 2028, para lo que, insinuó, denegarán los visados.
“Hará falta comunicación”, despejó el jueves Coventry la pregunta directa por este asunto, según Sky.
El ‘precedente’ de las boxeadoras en París
Diferente es este asunto, recuerda Patiño, de las deportistas intersex, como fue el caso este pasado verano de las boxeadoras Imane Khelif, argelina, y Lin Yu-ting, de Taiwán. Ambas mujeres sufrieron en los Juegos de París el acoso de aficionados y algunos medios y políticos del entorno de la ultraderecha por “ser hombres participando entre mujeres”.
“No se puede mezclar”, sostiene Patiño. “Una es una decisión personal, otra una cuestión médica. Hay que educar en que no tiene nada que ver. Hay mujeres intersex que no tienen ventajas deportivas. La gente que habla de los cromosomas XY tiene poco conocimiento en algunos casos. Si partimos de esa base podemos llegar a encontrar puntos de encuentro y soluciones para que todo el mundo se sienta cómodo”, argumenta. Sabe de qué habla: esta exatleta fue apartada de las pistas en los años 80, en la cúspide de su carrera, tras conocerse que en una de las pruebas de verificación de sexo a la que le sometieron portaba cromosomas XY. Acabó ganando el caso y volvió a competir.
El caso de las boxeadores es relevante porque el COI les permitió participar en los Juegos de París pese a que ambas habían sido expulsadas del mundial de boxeo de 2023 tras aplicarles la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) las llamadas “pruebas de verificación de sexo”. Esta fue una situación particular porque normalmente son las federaciones las que establecen sus propias reglas, pero el COI dejó de reconocer justamente a la IBA por sus casos de corrupción. Y cuando tuvo la decisión en sus manos apostó por las deportistas. Coventry, ahora presidenta del Comité Olímpico Internacional, era miembro de la junta del COI que tomó aquella decisión.
“Ya está bien de tanto control”, dice Patiño. “Llevamos desde los años 50 o 60 haciendo controles a las mujeres para saber quién puede o no participar. Todo lo que hemos evolucionado por una parte lo hemos involucionado por otra. Yo siempre he dicho que los casos susceptibles de algún tipo de duda que sean analizados caso por caso por las federaciones internacionales. Estamos en una era de avance científico y la ciencia es la única que nos puede aportar conocimiento y certeza”.
La científica cree que a veces se mezclan cosas. “Hay que dialogar más. Se plantean cuestiones desde un punto de vista político, pero el deporte no puede estar a esto, debe estar apartado de estas decisiones. Tiene sus propias reglas de juego. Tenemos que entender que hay un deporte masculino y otro femenino, no hay otro escenario posible y hay que respetar a las mujeres a las que tanto les ha costado posicionarse donde están. Hay que respetar el movimiento olímpico, el deporte y el fair play. Estas directrices debe tener la nueva presidenta”.