martes, marzo 18 2025

La ópera ‘Lohengrin’ llega al Liceu con el enfrentamiento entre la bisnieta de Wagner y la soprano estrella de la obra

El estreno del título de Richard Wagner despierta interés tanto por la innovadora propuesta de Katharina, bisnieta del compositor, como por la bronca que esta y la cantante sueca Irene Theorin arrastran desde 2022 y que ha vuelto a estallar en Barcelona

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Estreno por otro lo alto en el Liceu en la tarde del lunes. Lohengrin regresa a Barcelona con una producción firmada por la bisnieta de Richard Wagner, Katharina, en la que la directora artística y factotum del Festival de Bayreuth invierte en cierta manera el argumento que el compositor concibió para su ópera. Una obra que bebe a su vez de la leyenda medieval sobre un caballero sin pasado conocido, que aparece en la escena de un crimen sobre el lomo de un gran cisne negro, para hacer justicia a Elsa de Bravante, acusada del asesinato de su hermano.

Si en Richard Wagner el desconocido origen, historia y nombre del caballero justiciero quería proyectar un aura mágica y legendaria; en la producción de Katharina este misterio se convierte en un secreto inconfesable, un crimen que hay que ocultar y del que solo el cisne es testigo.

Pero más allá de esta inversión de roles, que puede resultar cuanto menos arriesgada, la producción arrastra la polémica porque viaja a Barcelona con un desencuentro en las maletas. Una bronca originada en 2022 y que lejos de resolverse, a pocos días del estreno en el Liceu, se ha exacerbado.

Directora y soprano principal, ausentes en la presentación

El ‘desacuerdo’ es en concreto entre la soprano sueca Irene Theorin, una de las grandes referentes en la ejecución de óperas wagnerianas, y Katharina, la bisnieta del compositor. El conflicto ha alcanzado tal magnitud que ha provocado la ausencia tanto de Theorin como Wagner en la rueda de prensa de presentación de la producción.

Además, en señal de ‘protesta’ por algunos detalles de la producción, la soprano no ha estado en el estreno y ha sido sustituida por la finlandesa Miina-Liisa Värelä. Por su parte, Katharina Wagner ha manifestado recientemente en declaraciones en La Vanguardia su queja porque el Liceu no prescinda de Theorin y la sustituya en todas las representaciones por Värelä.


La soprano sueca Irene Theorin

Lo cierto es que una parte del conflicto viene del empeño de la dirección del teatro en mantener a Theorin en todas las representaciones, pero la otra se debe a los desajustes provocados por la pandemia de Covid sobre todos aquellos espectáculos que requerían la concurrencia de público. La presente producción estaba programada para estrenarse en 2020, pero por razones obvias, en unos meses en que se impuso el confinamiento, el estreno se pospuso. Hasta ahora.

En la producción inicial contratada por el Liceu, el papel de Ortrud debía ser representado por Irene Theorin sin que entonces existiese ninguna oposición por parte de Katharina Wagner. El problema surgió en 2022 cuando, según asegura la bisnieta del compositor, el público silbó a Theorin en su representación de la ópera La Valquiria en el Festival de Bayreuth, que dirige Katharina. La respuesta de la soprano fue una peineta que Wagner consideró a todas luces inaceptable.

A partir de ahí, todo fue presumiblemente a peor y el desacuerdo ha ido creciendo hasta hacer imposible que cantante y directora artística puedan coincidir en un mismo espacio. Como consecuencia, Irene Theorin se negó a acudir a los ensayos previos al estreno con sus compañeros, ya que han sido supervisados por Katharina Wagner. Por su parte, Wagner ha pedido por tal hecho que se prescinda de ella al considerar que no está suficientemente preparada.

Los Wagner, una familia en torno a Bayreuth

Este no es el primer episodio conflictivo entre los Wagner. Las desavenencias y broncas, pero también las amistades peligrosas, se han sucedido en el seno de la familia, tanto entre ellos como con otras personas. Y ningún evento ha encarnado tan claramente estos claroscuros familiares como el Festival de Bayreuth, cuya dirección es lo más parecido a una empresa familiar.

Es una norma no escrita que la dirección y gestión de este festival, que tiene lugar en agosto en la ciudad bávara de Bayreuth, sea un asunto exclusivo de la familia Wagner. Esto se debe a que desde su fundación, la gestión y dirección de este evento, destinado a representar las óperas del genio de Leipzig, ha corrido por cuenta en primer lugar del propio Richard Wagner para pasar después a sus hijos, nietos y bisnietas.

Pero aunque pudiera parecer esta una idea dirigida a preservar la estabilidad y continuidad del festival, lo cierto es que el evento no fue concebido solo a mayor gloria del compositor, sino que ha constituido una garantía económica para los Wagner. El festival les permite cobrar por la dirección de las óperas, cuyos derechos han caducado o había vendido previamente Richard Wagner en épocas de estrecheces.


Las hermanas Katharina y Eva Wagner, bisnietas del compositor

Esto ha sido precisamente fuente de algunos conflictos entre los miembros de la familia a lo largo de su casi siglo y medio de vigencia, desde que en agosto de 1876 Wagner lograra financiación para el evento. Ya entonces el compositor, conocido por su fuerte temperamento, tuvo que apoyarse alternativamente primero en el canciller Bismarck y posteriormente en Luis II de Baviera para sacar adelante unas producciones cargadas de épica y grandilocuencia.

Es en Bayreuth donde se estrena por vez primera, en 1882, Parsifal, la última ópera compuesta por Richard Wagner, que escribió expresamente para el festival. Tras la muerte de este, la responsabilidad del mismo recayó sobre su viuda, Cósima, que debió hacer frente a las numerosas deudas que acumulaba en sus seis primeras ediciones.

Ante la falta de presupuesto, ella se erigió como directora escénica. Un hecho que marcó a la estirpe de cara al futuro, ya que no solo se han hecho cargo de la gestión, sino en muchos casos también de las representaciones. En 1909 Cósima, a sus 71 años, enfermó y cedió el testigo a su hijo Siegfried, que se vio obligado a modernizar los escenarios, muy anclados todavía en las representaciones decimonónicas.

Hitler, amigo de la familia

El hijo de Wagner se mantuvo en la dirección hasta su muerte de infarto en 1930, si bien entre 1914 y 1924 el festival se cerró por causa de la primera guerra mundial. El mando lo cogió entonces su viuda Winifred, conocida por sus relaciones con la jerarquía nazi, entonces en el poder en Alemania.

Para ilustrar su amistad con Hitler, baste con señalar que el dictador fue padrino de sus hijos Wieland y Wolfgang. Asimismo, el festival se convirtió, con la connivencia de los Wagner, en un importante aparato de la propaganda nazi. Fue frecuente ver a los altos cargos del régimen en sus representaciones debidamente uniformados, dentro del llamado Círculo de Bayreuth.


Hitler con Winifred Wagner en Bayreuth en 1939.

Mucho se ha escrito sobre este periodo oscuro de la familia Wagner y también del Festival de Bayreuth. Tras la victoria aliada y la ocupación de Alemania occidental por parte de los estadounidenses, el teatro donde se representaban las óperas fue clausurado. La casa de la familia, todo un símbolo, terminó en ruinas y los Wagner huyeron de la zona. Tras un proceso de desnazificación, Bayreuth volvió a abrir sus puertas a principios de los años 50 del siglo pasado, si bien siempre bajo la sospecha de la existencia de documentos que ilustran su antiguo vínculo con el nazismo.

“Ahí está la cuestión de las cartas nunca encontradas de Hitler; la casa tiene muchísimos espacios y rincones, puede haber muchísimo material que debe ser investigado”, declaraba en 2008 Katharina Wagner a la revista cultural Die Deutsche Bühne cuando tomó el mando del Festival de Bayreuth junto a su hermana Eva Wagner-Pasquier. Emitía el mensaje de que los Wagner querían terminar de una vez por todas con las sospechas.

Eva y Katharina, dos hermanas con temperamento

En los cincuenta, Wieland, uno de los nietos de Wagner, sostuvo la transición del festival a los tiempos post-nazismo, con el debut de la soprano de color Grace Bumbry y la también soprano española Victoria de los Ángeles en 1961. Pero Wieland murió a los 49 y fue sustituido por su hermano Wolfgang, que tuvo que ver cómo el Estado alemán salvaba de la quiebra el festival al precio de colar en sus órganos directivos a profesionales que no procedían del entorno de los Wagner.

A principios del nuevo siglo Wolfgang, que vivió hasta los 91 años, dejó la dirección del certamen y el Estado alemán escogió a las dos hijas de este, Eva y Katharina, de distintas madres y separadas por 33 años de diferencia de edad, para relevarle. Los desencuentros no tardaron en aflorar entre dos visiones distintas sobre cómo debían representarse las obras del compositor, origen de la genealogía Wagner.

Las tensiones terminaron en 2015 con la renuncia de Eva, ya en edad de jubilación, frente a la joven Katharina, que por entonces tenía 37 años. Uno de los motivos que decantaron la decisión fue el apoyo de la entonces canciller Angela Merkel y su equipo de gobierno a Katharina, que se expuso en el aplauso masivo a la representación de Tristán e Isolda en la edición del festival de aquel año, cuando se cumplían 150 años del estreno de aquella ópera. Para hacer más tétrica la retirada de Eva, fue rescatada del río Isar en octubre de 2021, de donde se especula que pudo lanzarse en un intento de suicidio.

Actualmente, Katharina sigue al frente del festival, más o menos discutida, y ahora regresa a España con esta producción largamente aplazada. En sus inicios, en 2020, estaba libre de polémicas, pero se ensució con los silbidos del público, contestados por el gesto despectivo de Irene Theorin en el verano de 2022. En Bayreuth: a los Wagner casi todo les pasa en Bayreuth.