jueves, marzo 13 2025

Se nos está quedando una Europa bonita

Hace dos días criticábamos el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo, y ya le han dado otra vuelta de tuerca sin que haya llegado a entrar en vigor. Todo el día escandalizándonos por el giro ultraderechista en Estados Unidos, y apenas vemos lo que tenemos encima

Te cuento la última barbaridad de Trump, por si no te has enterado: Estados Unidos construirá centros de deportación en terceros países, y enviará allí a las personas migrantes que estén en situación irregular o vean rechazada su petición de asilo. “Centros de retorno” donde Trump encerrará a las personas migrantes mientras decide a qué país devolverlos definitivamente. Además, facilitará en suelo norteamericano la detención de migrantes, que podrán ser recluidos en cárceles; y sancionará a quienes no colaboren en su propia deportación: desde la retirada de prestaciones y permisos de trabajo, hasta la imposición de multas, pasando por la incautación de sus documentos de viaje y la prohibición de volver a entrar en territorio norteamericano por más de diez años.

¿Qué te parece? Pues ahora vuelve a leer el párrafo anterior, y donde dice “Trump”, pon “Von der Leyen”; y donde dice “Estados Unidos” sustituye por “Unión Europea”. Sí, es Europa, nuestra Europa y no la América de Trump, quien ha decidido subcontratar centros de deportación en el extranjero. Pero he pensado que trumpizando la noticia tal vez nos indignaría un poco más. Que estamos todo el día escandalizándonos por el giro ultraderechista en Estados Unidos, y apenas vemos lo que tenemos encima. Eso sí, a diferencia de Trump, aquí le añadimos una coletilla típicamente europea: los terceros países que reciban migrantes deberán “respetar las normas y principios internacionales de derechos humanos”. La misma coletilla que ya añadíamos al subcontratar las fronteras exteriores europeas, sin que ello haya impedido violaciones de derechos.

Hace dos días estábamos criticando el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo por su endurecimiento y, sin que haya llegado a entrar en vigor, ya le han dado un par de vueltas de tuerca más. Para ser justos, he dicho Von der Leyen, cuando en realidad ella es solo una mandada: son 17 países miembros los que hace meses reclamaron “un cambio de paradigma” y “soluciones innovadoras” en materia migratoria, siguiendo el camino iniciado por la italiana Meloni. Nuestro gobierno es de los pocos que se opone con claridad, hay que reconocérselo.

Entre el rearme militar y la política migratoria, se nos está quedando una Europa bonita. Los que ya tenemos una edad nos acordamos de lo ilusionante que era hace décadas el proyecto europeo, y cómo representaba los más altos valores de democracia, justicia y derechos humanos. Europa eran las libertades que aquí no teníamos aseguradas, y significaba también prosperidad, paz entre países históricamente enfrentados, viajar sin fronteras, y Erasmus, Interrail y todo lo que quieras añadir a tu nostalgia europeísta.

Con los años, la ilusionante Unión Europea se fue volviendo áspera, fría y neoliberal. La crisis financiera de hace quince años contribuyó mucho a desencantarnos, cuando los países “frugales” impusieron la austeridad al sur europeo, España incluida. Y ahora la (ultra)derechización progresiva de cada vez más gobiernos europeos, y de las propias instituciones y órganos comunitarios, nos están dejando una Europa que cuesta reconocer. Igual deberíamos cambiarle el himno, que sigue siendo la Novena de Beethoven, el emocionante “himno a la alegría”, y buscar alguna marcha militar.