jueves, enero 9 2025

Los nuevos señores feudales

Los grandes magnates tecnológicos se han lanzado a la conquista del globo con Elon Musk a la cabeza. El hombre más rico del planeta es el emperador de un nuevo feudalismo de monarcas empresariales que aspiran a un mundo gobernado por CEOs, en su mayoría tecnológicos

Los dueños del mundo se quieren adueñar definitivamente de todo. No les basta con el control económico, quieren el control político total para favorecer sus intereses y eliminar todas las barreras a su crecimiento. Trump es un empresario que quiere la presidencia para convertir su país en una empresa y beneficiarse de su posición para hacer negocios. Elon Musk financia su campaña y la impulsa en su red social con el objetivo de entrar en el gobierno estadounidense para vender su tecnología y desmontar la administración que pone freno al Mercado. Como intenta hacer Milei con su motosierra en Argentina. El Estado es un estorbo para los ultraliberales. La democracia es un estorbo. Hay que destruirla.  

Que el ultracapitalismo lleva al fascismo ya lo vimos en el siglo XX. Es así por dos razones complementarias: las crisis que el capitalismo provoca llevan a los pobres a agarrarse a un líder fuerte y autoritario, lo que es aprovechado por los ricos para acabar con las democracias que limitan su poder. En cuanto los empresarios alemanes comprendieron esta sencilla ecuación se lanzaron en tromba a apoyar a Hitler. Es lo que han hecho los multimillonarios estadounidenses con Trump. Hasta Jeff Bezos ha acabado arrodillándose ante él y dándole dinero para su regreso a la Casa Blanca, como mostraba la viñeta de Ann Telnaes que no pudo publicarse en el Washington Post, ahora propiedad del dueño de Amazon, quien también vetó el tradicional editorial del periódico en apoyo a los demócratas. Si la prensa no te apoya, te la compras. 

Los grandes magnates tecnológicos se han lanzado a la conquista del globo con Elon Musk a la cabeza. El hombre más rico del planeta es el emperador de un nuevo feudalismo de monarcas empresariales que aspiran a un mundo gobernado por CEOs, en su mayoría tecnológicos. No es el guion de una serie, es el guion que están siguiendo. Lo llaman Neorreacción, NRx por sus siglas, y defiende que la única manera de mantener el progreso económico es una sociedad desigual gobernada con mano de hierro por corporaciones tecnológicas que liberalicen el mercado. El viejo Silicon Valley ha muerto, viva el nuevo Silicon Valley feudal. 

No fue un capricho para Elon Musk hacerse con Twitter. Era parte de su estrategia porque ha entendido que las redes sociales son el mecanismo de control y privatización del motor de las democracias: la información. Las redes son literalmente eso, redes para pescar, para atrapar. Armas de dominación masiva. Musk lo sabe y por eso se ha comprado una y ha cambiado el algoritmo para difundir su mensaje: la política democrática no resuelve los problemas, solo el mercado lo hace. Ayer mismo, Mark Zuckerberg le siguió los pasos. El dueño de Meta anunció la supresión de los sistemas de verificación de Instagram y Facebook con los mismos argumentos de Musk: los verificadores coartan la libertad de expresión y se han convertido en una forma de censura. Censura de la izquierda, censura woke, se sobreentiende (que Trump amenazara con meterle en la cárcel si usaba Facebook en su contra, seguro que tiene algo que ver). 

Los neofeudalistas piensan que nuestras libertades son un límite a su libertad. La libertad del Mercado. Como dijo el máximo donante en la campaña de Trump, el multimillonario Timothy Mellon, los programas de ayudas sociales son “una forma moderna de esclavitud”. La esclavitud que quieren es la que pueden vendernos. Neofeudalismo: te damos protección si renuncias a algunos de tus derechos y pagas el diezmo. Para eso tienen que suprimirnos como ciudadanos y reducirnos a clientes y siervos. Es el fin del altruismo democrático para imponer el darwinismo social. La competencia feroz, el sálvese quien pueda, el todos contra todos. La ley del más fuerte a la que contribuyen las redes en la esfera pública y el turbocapitalismo en la esfera económica.  

Los movimientos de Musk atacando con bulos al líder laborista en Inglaterra (donde financia al ultra Farage) y a los socialdemócratas en Alemania (donde apoya a los neonazis de AfD), o los de Trump amenazando con tomar Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá, son parte de esa estrategia de desestabilización para debilitar las democracias y fortalecer sus negocios, los de EE.UU y los propios. Para ampliar territorios de influencia en su lucha contra el señor feudal chino. Para imponer el neofeudalismo a nivel global. Parece una película pero está ocurriendo. El Pentágono le ha comprado a Elon Musk el mayor sistema de vigilancia planetaria jamás visto. No habrá un solo rincón en el que podamos escondernos. La empresa del magnate, SpaceX, la misma de los vuelos espaciales para ricos, es la que más objetos ha lanzado al espacio el año pasado. Mientras nos distraen con el circo, están sembrando el cielo de cámaras. En su visita a la casa en Florida de Donald Trump, la fascista Meloni ha negociado con Musk instalarlo en Italia. Los nuevos señores feudales han empezado a repartirse las tierras. Lo que está por venir, da mucho miedo.