domingo, enero 5 2025

Xisco Antich, nuestra mejor versión

Era el secretario general que agolpaba a los novatos, el amigo que siempre estaba y el compañero al que nunca le faltaba una buena historia de la que aprender. Era el verbo capaz de transmitir paz e ilusión al mismo tiempo. Xisco era, en definitiva, el corazón más grande, con la visión más hermosa

Muere Francesc Antich a los 66 años, el primer presidente de izquierdas que gobernó Balears

Cuesta escribir con el corazón roto. Cuesta escribir de un amigo que se va. Cuando sabes que aquellas conversaciones largas, que aquellos consejos siempre acertados, que aquellas reflexiones profundas planteadas desde la humildad no se repetirán. Cuesta porque Xisco Antich no era sólo mi principal referencia política, era sobre todo un amigo.

Xisco era la brillantez en el análisis, el compromiso con la justicia como guía de cada paso. Pero, antes de todo y sobre todo, Xisco era una buena persona. El president capaz de empatizar y querer en cada momento. Era el secretario general que agolpaba a los novatos, el amigo que siempre estaba y el compañero al que nunca le faltaba una buena historia de la que aprender. Era el verbo capaz de transmitir paz e ilusión al mismo tiempo. Xisco era, en definitiva, el corazón más grande, con la visión más hermosa.

Él nos imaginó mejores y, precisamente por eso, nos hizo mejores. Porque en la honestidad de su mirada y en el amor por esta tierra y su gente se encuentra su legado. Nadie creyó tanto como él en las posibilidades de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera ni se esforzó tanto por tejer con sentimiento, cultura, lengua y diversidad esta comunidad. Sólo él defendió con tanta firmeza el futuro de estas islas que, junto con los hombres y mujeres comprometidos que conformaron sus gobiernos, nos impulsaron a un presente de modernidad que hace 25 años era sólo un sueño.

Un sueño que era el suyo y que transmitió a cada militante y simpatizante de su partido, nuestro partido, el PSIB. El mismo Partido Socialista que él abrió a todo el mundo, para encomendarnos una misión que, hoy y siempre, asumimos y asumiremos con pasión y sentimiento todos y todas los que formamos parte de la familia socialista: trabajar siempre para hacer de estas islas una sociedad mejor; creer siempre en el talento de las ciudadanas y ciudadanos de este pequeño país en medio del mar; no olvidar nunca nuestra historia y lo que nos costó la democracia; luchar por cada causa justa, y hacerlo desde el convencimiento de que el diálogo y la palabra son siempre nuestros mejores aliados.

Por todo ello, Francesc Antich fue el presidente capaz de adelantarse al futuro. Un hombre de izquierdas, que sabía que la igualdad de oportunidades y la justicia social se ganan cada día, que una educación pública e inclusiva siempre son el mejor ascensor social o que sólo con una sanidad gratuita y universal o con unos servicios sociales de calidad se garantiza asistencia a aquellos que no se la pueden pagar. Un político que entendía que el futuro se construye protegiendo el medio ambiente y con una economía más justa, y que la libertad se garantiza con más formación, más cultura, más ciencia y para todos. 

Habrá tiempo de analizar el legado que nos deja el presidente Antich, tan inmenso que exige afecto, detenimiento, serenidad. Las décadas que Xisco dedicó a convertir los mejores valores de esta sociedad en políticas capaces de mejorar la vida de todos nos invitan a una relectura de cada momento. Porque en cada pacto que forjó, en cada discurso, en cada debate, en cada ley adelantada a su tiempo, el president Antich nos seguirá ayudando a encontrar nuestra mejor versión. Nos ayudará a volver a ver lo que él nos demostró que somos: un pueblo solidario, afectuoso, próximo, diverso, talentoso, valiente y lleno de corazón, un pueblo que quiere progresar desde la convivencia. 

El pueblo que hoy, desde la diversidad de ideas políticas, siglas y sensibilidades, expresa su dolor, su respeto y su admiración por el president que, con su bonhomía y su capacidad para entenderse con todos, nos sigue poniendo frente a nuestra mejor versión.

Nos dejas el corazón roto y el alma llena, amigo.