La clave de que Miguel Ángel Gil Marín, Enrique Cerezo y los empleados del club no reconozcan cercanía y complicidad con los ultras neonazis del Frente Atlético es que no reconocen su existencia. Para ellos el Frente Atlético no existe, es un fantasma, no acude al Metropolitano
Enrique Cerezo no imaginaba que sus palabras antes del partido iban a ser una explicación premonitaria que daría luz y sentido a los incidentes de los neonazis del Frente Atlético en el derby frente al Real Madrid. “En el Atletico no hay antirracistas ni racistas, somos una afición ordenada”. Brillante. El presidente atlético soltó sin saberlo un antropológico del neonazismo cultural. Ni parafraseando a Bases Autónomas le hubiera quedado más lúcido. Es imposible explicar de manera tan detallada y con menos palabras cuál es el problema del club con los comportamientos antideportivos, los neonazis y la falta de respeto por los derechos humanos. Una explicación sociológica que si no la circunscribimos al fútbol nos sirve para comprender los procesos de asimilación y normalización de la extrema derecha en España y en Europa.
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